miércoles, 29 de junio de 2016

Orgasmos mentales

Se dice que empleamos aproximadamente un 10% del potencial de nuestra preciada materia gris, y aún haciendo semejante derroche, es inmensamente poderosa. No tenemos la más mínima idea del poder enorme que cargamos sobre los hombros... ¡como lo desperdiciamos! Podría darle más de un interesante enfoque sobre este punto, pero hoy voy a hablar de placer... sólo placer.

Cada vez son más conocidos los orgasmos mentales o, como llaman algunos, neurosexo. Hay quien lo cataloga como sexo minimalista, puesto que "se ve reducido a lo esencial". En él no hay contacto físico autónomo ni compartido, el cerebro es el gran responsable de llevarnos al éxtasis.

Barbara Carrellas
Barbara Carrellas fue una de las pioneras de lo que en Nueva York llaman "Thinking off". Técnicas en las que la imaginación y la respiración son las responsables de tales explosiones energéticas, que se expanden al resto del cuerpo con resultados idénticos a los de un clímax convencional.

Para ella todo empezó en los años 80, cuando se observó una notoria decaída en la vida sexual de los norteamericanos por miedo a contraer VIH. Con el paso de los años se han ido perfeccionando el desarrollo de estas técnicas, teniendo tanto éxito que recientemente empezó a emplearse en algunas terapias (en consultas de sexología) para personas con lesiones medulares, además de ser utilizadas para el tratamiento de ciertas disfunciones.

Y es que el poder de la imaginación no conoce fronteras. Sólo nosotros sabemos hasta donde queremos o nos interesa llegar, y nada ni nadie puede obligarnos a que sea diferente. Es un mundo en el que sólo nosotros decidimos qué ocurre, cómo, dónde, por qué, y resolvemos como nos apetezca. 

Pero esto es un arma de doble filo y más de una vez puede jugarnos malas pasadas, de ahí que sea tan importante trabajarnos desde dentro. Según la psicóloga Sheryl A. Kingsburg, para nosotras "lo que sentimos de nosotras mismas, de nuestras vidas, pareja y relaciones, generalmente se relaciona mucho más con nuestras sensaciones que con lo que sentimos simplemente teniendo sexo"

La directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, Dra. Francisca Molero, explica en más de una entrevista que lo que realmente nos enriquece es permitirnos explorarnos "Es una idea que responde a la integración del cuerpo con la mente. Por algo somos seres integrales".  


De ahí que estas técnicas sirvan no sólo para personas con dificultades. De hecho, debería formar parte de nuestra sexualidad. Como todo en la vida, para poder disfrutar en compañía, primero deberías tomarte la molestia de conocerte, explorarte, disfrutarte, descubrirte, y no esperar a que otro(s) lo haga(n) por ti.  

Somos el conjunto de un todo y éste es uno más de los aspectos que conforma nuestro yo, por lo que deberíamos vivirlo a plenitud, con naturalidad y como a cada uno de nosotros más nos guste, satisfaga o apetezca. Como somos el conjunto de un todo, cada una de nuestras facetas influye en el resto, de ahí la importancia de trabajarnos en todos los recovecos de nuestro ser. 

Cuanto mayor es nuestro autonocimiento, sabemos más cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, necesidades, y gustos (que además irán cambiando a lo largo de la vida), y ello nos lleva a una mayor seguridad en nosotros mismos. Cuanto más seguro nos sentimos, más capaces de disfrutar en plenitud, compartir nuestro cuerpo, deseos, necesidades y comunicarnos con mayor fluidez.

Cuanto más nos conocemos y mejor nos sentimos con nosotros mismos, más plenos y satisfechos, somos capaces de dar más y mejor y ello es un bucle que vuelve a nosotros en forma de relaciones más fructíferas y sanas.   

Me atrevería a terminar invitándote a probar la experiencia, si no lo has hecho ya, pero quiero ir más allá y plantearte que no sólo lo hagas contigo sino que pruebes a hacerlo en compañía. Puede llegar a ser una experiencia muy enriquecedora. 



lunes, 27 de junio de 2016

Gente rota

Todos llevamos una cruz a cuestas, hemos tenido nuestros propios dramas; Hemos sufrido, llorado, caído y nos hemos rebozado alguna vez en el fango de la vida. Unos más, otros menos, pero todos hemos pasado por malos o peores momentos. 

Tarde o temprano, todos hemos sufrido o vivido de cerca alguna enfermedad, una desgracia, un trauma, desencuentros familiares, nos han roto el corazón, nos han engañando, estafado o robado. Todos, sin excepción, alguna vez perderemos o habremos perdido a alguien importante... Forma parte de la vida. La muerte, el dolor, el sufrimiento y las caídas, también son parte de la vida. Pero, como dice la canción, "todo depende... de según cómo se mire, todo depende".  

En mi opinión, todas las personas que llegan a nuestra vida, llegan por algo, y agradezco cada una de las que pasan por la mia porque todas aportan -sea consciente o no en el momento-. Aún así, hay un tipo de persona que me gusta de sobre manera. 

Me gusta la gente que ha sufrido, que ha caído en el pozo, que ha mordido el polvo, que ha sentido ahogarse en el fango, ha llorado lágrimas de sangre, que se ha golpeado fuerte; Me gustan los que han visto a la muerte a los ojos, los que han abrazado la miseria, los que sienten mutilada parte de su vida o de su alma, los que lo han perdido todo, los que lo han tenido que dejarlo todo... Me gusta la gente rota. 
Puede sonarte macabro, incluso escabroso, pero no lo es en absoluto. La gente rota es fuerte, sensible y empática. Conoce el dolor y sufrimiento de primera mano, y muchos de ellos son los que dibujan las sonrisas más hermosas e iluminadoras. 

La gente rota ha visto su vida derrumbarse, algunos hasta los cimientos, y ha sido (es) capaz de recoger y apartar los escombros para edificar de nuevo. Muchos de ellos han aprendido la importancia del ahora, de reconocer oportunidades valederas y aprovecharlas, de no perder la esperanza, luchar con constancia, y de creer en sí mismos

Son ojos llenos de luz, sonrisas llenas de vida, manos llenas de fuerza y corazones colmados de amor. Amor a quienes les rodean, a aquello que hacen... a la vida. Un amor que irradian en forma de energía vital donde quiera que vayan, donde quiera que estén. 

Son gente que inspira, de la que podemos aprender mucho. Enseñan sin proponérselo con cada gesto, predican con el ejemplo; Son la perseverancia personificada. Para ellos no ha sido fácil, y por eso conocen el valor del esfuerzo, y su recompensa. Son imperfectos y lo saben, por ello trabajan cada día para ser mejores, conseguir sus objetivos y crecer cada día en cada aspecto de su vida. 

Muchos de ellos están donde están porque han aprendido tanto a perdonar, como a reconocer sus errores, rectificar y aprender de ellos. Han aprendido a soltar y dejar ir todo aquello que no aporta en sus vidas, así como a alejarse cuando ellos no suman a la de los demás. Han aprendido a avanzar en positivo; A no juzgar, sino a observar, valorar y respetar; Se han alejado de los encasillamientos y han abierto más su campo visual.

Me gustan porque, además de admirarlos, me identifico con ellos. Es gente con la que se puede hablar durante horas sin aburrirnos y siempre aprender algo nuevo y positivo. Son gente que aporta, que suma y nunca resta. Son de esos locos que, como yo, piensan que todos podemos serlo si queremos. No es fácil, pero está en nosotros. Que la vida son dos días y hay mil motivos por lo que estar agradecidos y sonreír.  Que podemos mejorar cada día, evolucionar. 

Me gustan porque dibujan sonrisas entre lágrimas, nada les parece imposible y en los problemas ven herramientas para construir y no armas destructivas. Se alimentan de los fracasos, y ven siempre en positivo. Son esas flores que sobreviven al invierno para resplandecer en primavera. 

Me gusta la gente rota porque perdiendo aprendieron a ganar. 

miércoles, 22 de junio de 2016

Musicoterapia

Cuántas veces no nos hemos encontrado algo melancólicos oyendo canciones como "The scientist", "Don't speak", "Nothing compairs to you", "Everybody hurts" o similares. Algunos dirían que torturándonos, yo diría -si es un su justa medida- ayudándonos a fluir nuestras emociones. Viviéndolas, dejándolas salir y avanzando con ellas.


Así como el movimiento es vida, la música también lo es. Creo que es muy difícil no emocionarse con ella, no sentir nada. A quién no se le eriza la piel con Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, La Traviata o Caruso, Quién no se transporta mentalmente con Vivo Per Lei, November Rain o Nothing Else Matters; Cómo no mover el esqueleto oyendo a Celia Cruz, Gilberto Santa Rosa o Juan Luis Guerra; A quién no se le remueve el corazoncito con clásicos como I will always love you, When a man loves a woman o Lo dejaría todo.

En su momento, Aristóteles habló de la Teoría de Ethos, según la cual con la música se puede cambiar el estado anímico de las personas. Teoría que hoy en día es parte de la base científica de la conocida Musicoterapia. Ethos es una palabra griega que significa "costumbre y conducta". Por aquel entonces, en la antigua Grecia comenzaba a creerse que la música producía pasiones y estados de ánimo.

Según la WFMT (Word Federation of Music Therapy) la musicoterapia "es la utilización de la música y/o de sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta calificado, con un paciente o grupo, en un proceso destinado a facilitar y promover comunicación, aprendizaje, movilización, expresión, organización u otros objetivos terapéuticos relevantes, a fin de asistir a las necesidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas" 

Se considera especialmente recomendable para niños y adultos con problemas para expresarse, como por ejemplo, aquellos con hiperactividad y déficit de atención, con discapacidad física, psíquica o sensorial, que hayan sufrido experiencias traumáticas, etc Así como también para personas mayores.

Entre sus beneficios encontramos que:

  • Estimula la memoria y atención
  • Mejora la movilidad y coordinación
  • Disminuye la ansiedad y el estrés
  • Incentiva la creatividad
  • Ayuda a mantener / mejorar las habilidades verbales
  • Promueve la exteriorización de las emociones
  • Fomenta la comunicación e interacción social
  • Mejora el estado de ánimo y autoestima

Esta terapia tiene dos formas de actuación: activa y receptiva. La activa, cantar, tocar algún instrumento, escuchar música, etc; la receptiva se refiere a la relajación a través de la música. Busca potenciar lo que la persona puede llegar a ser, hacer o expresar.

Una vez dicho esto, considero obligatorio comentar que, en mi opinión, no necesitamos tener alguna discapacidad, trauma o problema grave para aprender a sacarle el máximo provecho al placer de disfrutar de la música y sus beneficios. Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos, por lo que nadie mejor que tú para sacarte el máximo partido y ayudarte cuando lo necesites, de la manera más acertada.

Puedes usar la música más allá que para distraerte, pasar el tiempo, divertirte o llorar. Puedes usarla para ayudarte a modificar estados de ánimo según tu conveniencia y necesidades. Así como te pones cierta música según el entrenamiento que vayas a realizar, puedes hacer algo similar en el resto de aspectos.

Crea la banda sonora de tu vida y aplícala a tu conveniencia. Esa guitarra española para los momentos románticos; algo de piano, cuencos tibetanos o música instrumental para relajarte; Esas canciones que te hacían vibrar para cuando quieras recargarte las pilas o estés con cierto desánimo, o incluso canciones que te ayuden a la concentración.





miércoles, 15 de junio de 2016

Un toque de optimismo

Hace años leí en algún artículo un consejo que a priori puede parecer tonto, pero funciona. Era algo tan sencillo como, dibuja ahora mismo una sonrisa en tu rostro, verás como torna real. Aunque no lo sientas, hazlo y verás como cambia tu actitud en este momento. La vida son dos días y está llena de dificultades en cada uno de ellos, pero ¿vale la pena derrochar un día de tu vida sin haber sido ser feliz aunque sea por un instante? Vivimos buscando la felicidad cuando realmente está en nosotros y en cada cosa que hacemos. 

Creo que aprender a reír es parte de la base para ser realmente felices. El humor es un modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Desarrollar el sentido del humor permite experimentar felicidad hasta en los momentos más difíciles. Nos ayuda a relativizar los problemas como algo pasajero... porque es lo que son. Todo en esta vida es pasajero, absolutamente todo. Hasta nosotros mismos. 

Numerosos estudios científicos han demostrado los beneficios del buen humor en la salud. De hecho, ayuda a mejorar el sistema inmunológico y por ende, las defensas. Pero, ¿hacen falta estudios científicos para que notes en ti mismo lo beneficioso que es? ¿Acaso te sientes mal después de un ataque de risa o una simple y natural señora carcajada?

Hace años se puso de moda la ya conocida risoterapia. Ésta se lleva a cabo en grupos dirigidos por especialistas, que por medio de bailes, juegos, masajes, técnicas de relajación y de expresión corporal, buscan la desinhinición para acabar riendo a carcajadas. 

Tomarse la vida con más ligereza es un ejercicio más que beneficioso, y además altamente contagioso. Entre otras virtudes, cuando ríes:

  • Ejercitas el sistema respiratorio y circulatorio, ya que necesitas más aire y además el corazón late más rápido.
  • Utilizas más de 400 músculos distintos
  • Liberas endorfinas: uno de los mejores analgésicos naturales. 
  • Refuerzas las defensas
  • Eliminas energía negativa

Como si todo esto fuese poco, se cree que la risa potencia la creatividad y productividad. Así que no esperes ir a ver un monólogo o una buena comedia, empieza el día con una sonrisa. Ríete de ti mismo y de tus circunstancias; Los problemas, incluso las tragedias, son pasajeras. Nada es eterno, ninguna situación lo es. 

Cada día es único e irrepetible, vive el ahora que es lo que realmente tienes. El pasado ya se ha ido y el futuro está por llegar. Está bien planificar y ser organizado, pero no dejes pasar lo que es realmente tu vida: este momento. 

Disfruta con lo que haces, cada cosa. Hasta las tareas más aburridas pueden ser positivas y divertidas, o al menos más llevaderas... incluso planchar o hacer la compra. 

Despídete de la rutina. Siempre hay cosas nuevas por hacer o probar, o simplemente maneras distintas de hacer lo mismo. Prueba, descubre, innova. Ten aficiones y dedícales algo de tiempo.

Cambia lo que no te gusta. Si no estás bien en tu trabajo, tienes sobrepeso o te sientes atado a una relación tóxica... Cámbialo! No digas que no se puede. Llevará tiempo y esfuerzo, pero se puede. Y de todo se aprende. 

No dejes a un lado a tus seres queridos, familia y amigos. Junto a ellos se viven los mejores y más importantes momentos. Cuídalos, quiérelos y demuéstralo. 

No te compares con nadie. Eres un ser único y especial. Lucha por conseguir lo que quieres y deja a un lado envidias y comparaciones, por positivas que sean. Llega a donde quieras llegar. 


Rodéate de gente positiva, gente que te aporte y nutra; Gente que lucha y mantiene una actitud positiva y proactiva. Evita las personas negativas, pesimistas, envidiosas; esos que se tienen la queja y crítica destructiva como deporte favorito. 

Sonríele a la vida, y ella lo hará para ti...


lunes, 13 de junio de 2016

Emigrante, ciudadano del mundo

Si bien vivimos en un mundo cada vez más globalizado, pienso que emigrar generalmente no es una decisión de placer sino más bien de necesidad. Cierto es que son muchos los que lo hacen en busca de un sueño o una liberación emocional; Otros en huida de la opresión, el miedo, hambre o la inseguridad, para encontrar un futuro mejor.

Hay un sin fin de películas, libros e historias que hablan de ello desde mil y un enfoques distintos. Algunos más bucólicos, otros más inclementes... pero todos una misma historia. De hecho, hace tiempo -demasiado diría yo- vemos a diario en las noticias olas de emigrantes que huyen de sus hogares para sobrevivir. Escapando cual fugitivos con lo puesto y lo que sus cuerpos puedan cargar, como si fueran culpables de lo que en sus tierras de origen ocurre. 

Personas inocentes de todas las edades que vagan por campos y mares de manera desesperada, en condiciones indescriptibles y aberrantes, sufriendo penurias que muchos de nosotros no podríamos ni imaginar en nuestras peores pesadillas. Niños que deberían estar jugando a la pelota, aprendiendo a leer y escribir y compartiendo con otros niños en los recreos del colegio, comen bocadillos de tierra con otros tantos que no saben si algún día volverán a ver a sus familiares. Familias separadas, destrozadas o mutiladas en el sentido más profundo de la palabra.

Me pregunto ¿cómo hemos podido llegar a esto? o peor aún, ¿hasta dónde vamos a llegar? Y por mucho que lo pienso, no consigo una respuesta que me satisfaga mínimamente. Bien, yo no puedo cambiar el mundo, pero sí creo firmemente -como ya he dicho tantas veces- que nuestras pequeñas acciones pueden hacer de él un lugar mejor. Que la diferencia está en los gestos que tenemos a diario y empieza en nosotros, en lo más profundo de cada uno de nosotros. 

Yo soy inmigrante, hija y nieta de emigrantes. En mi familia, en al menos tres generaciones, hemos vivido en nuestra piel lo que significa dejarlo todo y volver a empezar.. una, dos y las veces que hagan falta. Mis abuelos, como los de muchos españoles, alemanes, italianos, portugueses... emigraron después de la guerra dejándolo todo, empezando de cero y trabajando muy duro. 

Mis padres, emigraron e hicieron exactamente lo mismo dos veces (mi padre tres), aunque -claro está- en condiciones muy distintas, y en etapas muy diferentes de la vida. Aún en las mejores circunstancias, emigrar requiere coraje; Es duro, arduo y doloroso, pero también supone un enorme crecimiento... Aunque esto, seguramente lo sabes, porque probablemente tú has tenido que salir de casa, dejarlo todo atrás e ir en busca de nuevos horizontes... o tus padres, tus abuelos, tíos, o primos lejanos. 

¿A qué quiero llegar con todo esto? A dos cosas:

1.- Que, como receptor, tengas en cuenta que hoy eres tú el que acoge, pero puede que tus predecesores, tus hijos o tú mismo un día sean los que tengan hacer las maletas e irse. Piensa en cómo te gustaría ser tratado, cómo te gustaría ser recibido. Es muy fácil juzgar, pero sólo cada uno de nosotros sabemos lo que hemos vivido y por lo que hemos pasado.  

Ten presente que nadie (o prácticamente nadie) deja una vida entera atrás por placer, normalmente es por necesidad. Sé que no es fácil, pero a veces nos ayuda intentar ponernos en la piel del otro. No sólo para intentar comprenderlo, sino para valorar lo afortunados que somos, aunque no siempre sepamos verlo. No es ser condescendiente ni compararse con los que están peor, sino saber estar agradecido por la fortuna de tener un techo, salud, una familia, ropa, algo que llevarnos a la boca. 

2.- Que, como emigrante, comprendas e interiorices que cuando eres tú el que se va, eres tú el que debe adaptarse a la sociedad a la que vas y no esperar que ellos lo hagan a ti. Eres tú quien tiene que hacerse con el idioma, o los giros idiomáticos, las costumbres, las leyes, su historia, geografía, política. Aprender a querer y respetar la tierra que te acoge y te da las posibilidades que, desgraciadamente, no tuviste en tu lugar de proveniencia

Ningún lugar va a ser nunca perfecto, nada ni nadie lo es, pero antes de quejarte o criticar, observa, aprende, valora, respeta y se agradecido. Ten presente que, aunque todo es siempre mejorable y en todas partes se cuecen habas, si está mejor que el lugar del que procedes, funciona... Y si funciona, debe ser por algo, ¿no crees?. 

Esa sociedad te recibe, te da trabajo, seguridad y posibilidades que antes no tenías; Te ofrece un futuro. Quizás no sea el que soñabas, quizás no es el ideal, pero si estás ahí es porque probablemente antes estabas peor... Y, sinceramente, si estás tan mal... No te quejes, vete. Vete y empieza de nuevo cuantas veces sea necesario para seas feliz y estés bien. Pero, si haciendo eso encuentras que no hay un lugar en el que acabes de encajar, entonces el problema lo tienes tú y no el/los lugar/es donde estés ni la gente que te rodee.


Cuando sales de casa es fácil recordar lo bueno, y es muy común que lo magnifiquemos, a la vez de aminorar o incluso llegar a obviar parte de lo que, en su momento, nos llevó a hacer las maletas. Cuando eso ocurra, recuerda porqué te fuiste, porqué estás donde estás y todo lo que ello ha significado... Recuerda que ahora éste es TU HOGAR



miércoles, 8 de junio de 2016

El deporte, un estilo de vida

Hace poco te conté la historia de mi amigo Marcos, pero son muchos los ejemplos en los que queda demostrado que el deporte es vida.

Está claro que - mientras la ciencia no consiga lo contrario - somos seres mortales, por lo que no podemos asegurar que comiendo sano, practicando deporte y no consumiendo de nada exceso, estaremos bien siempre. Pero,como en la lotería, cuantas más papeletas tengas, más probabilidades tienes de que te toque. Llevar una vida saludable no es un seguro de vida, ni mucho menos de la eterna juventud, pero lo que sí está claro es que a más de uno nos ha significado seguir en este mundo vivitos y coleando, un poco más. 

Mis padres padres han practicado deporte toda su vida, por lo que para mi hermano y para mi era algo que venía prácticamente en nuestra genética. Hemos nacido y crecido en un ambiente tal que no concebimos la vida sin el deporte. Quizás te suene exagerado, pero no lo es... y te invito a saber porqué.

Los que lo practicamos en mayor o menor medida notamos sus efectos positivos en todo: 

1.- Cuando realizas actividad física, segregas endorfinas (que son también conocidas como las hormonas de la felicidad). Entre sus beneficios encontramos que:
  • Ayudan a calmar el dolor
  • Fortalecen el sistema inmunológico
  • Dan sensación de placer y bienestar
  • Modulan el apetito
  • Favorecen la liberación de las hormonas relacionadas con el deseo
  • Ayudan a reducir el estrés
2.- Descansas mejor
3.- Mejora tu resistencia, agilidad, coordinación, fuerza y el funcionamiento de las articulaciones
4.- Invita a llevar mejores hábitos alimenticios. 
5.- Disminuye el riesgo de padecer cantidad de enfermedades, y es una de las mejores guerras que le puedes dar al colesterol o la prevención de la osteoporosis. 
6.- Al sudar, liberas toxinas y feromonas... Con lo que además de desintoxicar un poco tu cuerpo, como si todo eso fuese poco, resultas más deseable
7.- Uno de los mejores antidepresivos

Practicando deporte no sólo estás en mejor estado físico, sino que te sientes mejor en todos los sentidos. Además, en los niños es más que positivo. No sólo les mantiene alejados de la obesidad sino que también les mantiene activos, mejora su coordinación, les enseña a trabajar en equipo, tener una mayor organización del tiempo, hacer nuevos amigos (diferentes formas de relacionarse) y les enseña la recompensa del esfuerzo.

En personas mayores, es más que sabido que también ayuda a reducir y retrasar el deterioro cognitivo, además de ayudarles a mantener un peso adecuado, reducir el insomnio, estrés y posibilidades padecer problemas cardíacos o hipertensión.

En resumidas cuentas, puede realizarse a todas las edades y tiene efectos positivos en todas ellas... Siempre que se haga con moderación. Los excesos nunca son buenos. Nunca es demasiado tarde para empezar. Si quieres, puedes iniciar dando breves paseos (de 20 min, por ejemplo) a velocidad moderada e ir incrementando distancia, tiempo e intensidad. Es una de las mejores formas de activar el organismo, mejorar la circulación, capacidad respiratoria y quemar grasa! 
La natación es uno de los ejercicios más completos, utilizas todos los grupos musculares del cuerpo sin forzar articulaciones. Es el más recomendado por médicos para la recuperación de ciertas lesiones en cuello, espalda, extremidades. Ante la duda, consulta siempre a tu médico o especialista sobre qué actividad es la que más te conviene y cómo. 

Recuerda: el movimiento es vida y el deporte tu mejor medicina. No te dejes vencer por la pereza, sal y disfruta del aire libre, de tu cuerpo, tu salud. 
¡Estás vivo, vívete! 







lunes, 6 de junio de 2016

Terapias Ocupacionales. La Laborterapia

Cuando era niña, Mamá cayó muy enferma. Al tiempo y después de varios sustos importantes, le fue diagnosticado "Síndrome de Sjögren". Seguramente no habrás oído hablar de él, es un trastorno autoinmunitario crónico en el que el propio cuerpo destruye las glándulas lacrimales y salivales. Puede llegar a llegar a afectar otras partes del cuerpo, incluidos riñones y pulmones, como fue su caso. 

Llegó a estar en coma y tener muy mal pronóstico pero, como la guerrera que siempre fue, encontró la manera de salir adelante una y mil veces. Fue siempre una mujer proactiva, por lo que en cuanto se vio en casa no supo estar de brazos cruzados.  Entonces se le ocurrió crear su propia Laborterapia. 

Basó el diseño de su terapia en la realización de actividades, principalmente manualidades, que - además de mantenerla ocupada - le reportasen determinados beneficios. Se dedicó más a las manualidades, porque su vista y concentración se vieron afectadas por el síndrome y los tratamientos agresivos que recibía. Pero además, porque así mantenía el movimiento y coordinación de las manos, que se veían afectadas por el reuma. Para ello, por ejemplo, tejió, cosió, diseñó prendas de ropa, adornos para el hogar, etc. 

En aquel entonces me hizo gracia, en mi ignorancia, que empleara aquel término para las maravillas que hacía. Por lo que, para mi sorpresa, años más tarde descubrí el origen de lo que tanta gracia me hacía... Y, por lo visto, estaba muy bien informada al respecto. 

La laborterapia es uno de los métodos que se emplean dentro de la Terapia Ocupacional para mantener o rehabilitar determinados aspectos físicos, psíquicos y/o sociales de la persona.  
La Terapia Ocupacional, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), "es el conjunto de técnicas, métodos y actuaciones que, a través de actividades aplicadas con fines terapéuticos, previene la enfermedad y mantiene la salud, favorece la restauración de la función, suple las deficiencias incapacitantes y valora los supuestos del comportamiento y su significación profunda para conseguir la mayor independencia y reinserción posibles del individuo en todos sus aspectos: laboral, mental, físico y social.

Existe cierta tendencia a confundir terapia ocupacional, con entretener o mantener a la persona ocupada. Cuando, realmente, ésta pretende conseguir la máxima funcionalidad de la persona con algún tipo de limitación (física, cognitiva, conductual...) por medio de la actividad terapéutica. De hecho, la Ciencia Ocupacional, es una disciplina académica sociosanitaria cuyos orígenes se remontan algunos siglos atrás. 

Este conjunto de métodos, técnicas y actuaciones, es tan amplia como personas, edades, y afecciones encontremos. Puede ayudar en el tratamiento de lesiones cerebrales y médula espinal, Parkinson, Alzheimer, rehabilitación post-fracturas, etc. También se emplea en geriatría, discapacidad intelectual, marginados sociales, drogodependencia, etc.

Aclaremos, cuando me refiero a ocupación, no hablo de trabajo sino del desempeño de actividades que ocupan al paciente. Para ello existen los terapeutas ocupacionales, cuya preparación tiene 3 fases: la primera, una fase médica; la segunda, el estudio de las actividades terapéuticas y por por último, la práctica clínica. 


Como ves, el movimiento es vida, y la voluntad obra milagros. Lo bueno de la vida se hace esperar, y la distancia entre los sueños y su realización está en la disciplina. Muere lentamente aquel que se permite vivir en el letargo. Siempre puedes encontrar, además de razones que te motiven, actividades que ayuden a superar todo tipo de baches. Sean éstos físicos, psicológicos, etc. 

Busca información, actívate, y si lo requieres, no tengas miedo a recurrir al apoyo profesional que necesites. Para eso están y por ello pasan años formándose. Y si lo que te frena es la vergüenza, empieza a trabajar para mandarla al basurero. Pregúntate qué vale más, pasar un poco de vergüenza o vivir perdiéndote todo lo que te estás perdiendo.


miércoles, 1 de junio de 2016

Mi mejor regalo

De pequeñita, anhelaba la compañía de un compañero de juegos, por lo que un día le pedí a Mamá tener un hermanito. Tuve tanta suerte, que justo al pedirlo, ¡ya estaba en el horno!

Cuando llegó, fue un gran regalo. Me encantaba cuidarlo, tenerlo entre mis brazos, aún siendo yo también una pitufita. No me cansaba de mirarlo... era tan guapo, pequeñito, tierno; Era mi tesoro, sentía que debía protegerlo del mundo. Era, en cierta forma, mi muñequito. Ése que paseas en el carrito, le das biberones, cambias los pañales y estrechas fuerte entre tus brazos. 

Su llegada también implicó aprender a compartir... Compartir el espacio, la atención y los mimos. Ya no todos los regalos eran para mi, ni miradas enternecidas de todos los que venían a casa o los amigos de la familia. Tampoco los halagos... Y supongo que, aunque probablemente me haya sido difícil, no lo recuerdo. Sólo recuerdo esa emoción tan grande que ha invadido mi ser desde que él llegó: amor

Conforme fue creciendo, dejó de ser mi muñequito para ser mi compañero de juegos y travesuras. Cuantas tardes jugando a las muñecas y los carritos, haciendo desastres en la cocina, inventando capas para que los muñecos volaran, comiéndonos latas de leche condensada a escondidas (no entiendo cómo no acabado alguna vez en coma glucémico...).

Con los años, además de compañeros de juegos, travesuras, risas y desastres, nos habíamos convertido en los más íntimos e inseparables amigos. No había secretos y sólo una mirada lo decía todo.  Era su confidente, su apoyo, su consejera, maestra, cuidadora, su alcahueta pero también a veces su delatora, su guardaespaldas... Como a alguien se le ocurriese hacerle algo, la pagaba caro.

Un día cualquiera volvía a casa, y al llegar encontré un chico alto y musculoso. En un abrir y cerrar de ojos, mi tesoro, mi pequeñín, era un hombre mucho más grande y fuerte que yo. Ese muñequito al que había estado cuidando con tanto mimo, ahora me estrechaba entre sus brazos para protegerme de la crueldad del mundo... Y me sentía tan segura...

El tiempo no pasa en balde para nadie, y con él cada uno de nosotros va tomando su rumbo. Pero hay lazos que no se rompen nunca, ni con el más feroz de los tornados. Decir que no hubo sus más y sus menos, sería mentir. La fuerza del amor verdadero radica en la fortificación de los lazos en los momentos difíciles.

Aún recuerdo cómo se enfadaba cuando discutíamos de pequeños, y cuánto me reía cada vez que me decía "¡Ya verás cuando sea mayor que tú!" Toda la infancia y adolescencia sentí tener que ser su ejemplo a seguir, cometer el mínimo de errores posible, ser la grande, la fuerte, la protectora... 

¿Cómo expresar lo que sentía cada vez que lo miraba, recordando todo aquello, y él entonces se había convertido en mi grandullón? Cuantos sentimientos encontrados. Debía seguir siendo la grande y fuerte, pero ahora era él quien salía en mi defensa como todo un verdadero guardaespaldas cada vez que alguien pretendía hacerme daño. 

Ha pasado el tiempo y mi pequeño grandullón es todo un hombre hecho y derecho. Ahora somos dos adultos que comparten y divergen en opiniones, ideologías, y pensamientos; que han pasado mil y un batallas, han sido compañeros de juegos y juergas, de amargos llantos y estruendosas risas.

Aprendemos uno del otro, nos apoyamos, nos protegemos, nos cuidamos, nos escuchamos; Nos acompañamos en este maravilloso viaje de vivir... y, por supuesto, lloramos de risa -de tanto en tanto- recordando nuestras travesuras, juergas y secretos.

Sólo quien tenga hermanos puede entender lo que se siente, los lazos tan profundos e irrompibles que tejen. Cuando amas tan profundamente que no hay nada que sea totalmente imperdonable; Cuando no hay distancia ni tiempo que causen mella; Cuando las caídas son sólo el punto de partida, del que de la mano se sale juntos adelante. 

No podría imaginar una vida sin ti, Dani, el mejor regalo que Papá y Mamá me han podido dejar.