Mostrando entradas con la etiqueta Autoconocimiento. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Autoconocimiento. Mostrar todas las entradas

jueves, 21 de julio de 2016

Deberización malsana

Nacemos en una sociedad en la que desde pequeños se nos es inculcado todo aquello que debemos hacer para ser buenas personas, tener éxito, ser buenos ciudadanos y, por supuesto, ser felices. Se nos enseña - por ejemplo - que si estudiamos mucho, tendremos un buen empleo, con un buen salario, y por ende tendremos más facilidades para todo, cierto poder y, sin duda alguna, seremos felices. 

El Dr. Wayne W. Dyer, en su famoso libro "Tus zonas erróneas", dedica parte de un capítulo a hablar de este tema. En él explica como los "debes" son malsanos cuando interfieren en comportamientos sanos y productivos, cuando coaccionan tu libertad de elección. De hecho cito a continuación una frase que considero una verdad irrefutable


"No hay nada absoluto. No hay normas ni leyes que siempre tengan sentido, o que sean beneficiosas para todos en todas las ocasiones.

Vivimos en un mundo repleto de deberizaciones que aplicamos incluso sin siquiera darnos cuenta porque las llevamos internalizadas. De hecho, si lo piensas, hasta seguimos normas con las que puede que ni siquiera estemos de acuerdo, pero somos incapaces de cortar con ello.



"El progreso, tanto el tuyo propio como del mundo, depende de la gente irracional y no del a gente que se adapta a la sociedad y acepta todo lo que se pone en su camino". Ejemplo de ello, son Einstein, Beethoven, Newton, Henry Ford, Steve Jobs o Bill Gates. En tus manos están los límites, el poder de tomar tus propias decisiones y vivir bajo tus propias reglas. 

Con todo esto no quiero parecerte la típica loca eufórica vende fantasías. No pretendo invitar a nadie al incumplimiento de la ley ni arrojarnos a la locura y desenfreno sin reflexión alguna, sino ponernos el espejo delante y despertar. La vida son dos días, para algunos incluso menos, y está en nosotros vivirla realmente a plenitud. En respeto y civismo, podemos vivir como nosotros queramos y no como nos dicen que lo hagamos. 

Puede que a muchos les haga inmensamente felices vivir absortos en su profesión, para otros puede que su mayor realización sea la creación de su propia familia; Hay quien es feliz en el bullicio de la gran ciudad y quien halla la paz en medio de la nada; Y hay otros tantos que a medio camino se dan cuenta que, aunque han sido felices, pueden serlo mucho más porque descubren una nueva pasión, un talento oculto o simplemente se dan cuenta que cosas que hasta ahora no habían probado les satisfacen enormemente. Sea como sea, lo importante es aprender a vivir conociendo, alimentando y potenciando nuestro yo, teniendo las riendas de nuestras vidas.

Puedes vestir, vivir, comer, beber cómo, dónde y lo que tú quieras. Sé que suena reiterativo y obvio, pero no lo es. Imagina que Steven Hawking o Galileo Galilei hubiesen decidido vivir como uno más del rebaño... Tienes la posibilidad de inventar, innovar y probar todo cuanto quieras. Eso sí, repito, siempre desde el respeto.



No necesitas la aprobación de nadie cuando tienes la tuya propia. No necesitas demostrar a nadie lo bueno que eres, ni lo inteligente, innovador o moderno, porque lo sabes ... Y verás que cuando tú lo sepas, los demás también lo sabrán sin que tengas que demostrar nada. 
Cuando dejas de vivir bajo las normas de los debería malsanos, no necesitas hacer las cosas por quedar bien, las haces porque así lo sientes; y cuando no es así, simplemente no lo haces. Eres más auténtico y honesto contigo mismo, y con los demás. Dejas de hacer todo aquello que no te interesa, no te conviene o te limita, para hacer todo aquello que te potencia y reporta satisfacción. 

Dyer propone en el libro algunas estrategias para deshacerte de ciertas deberizaciones malsanas. Ten en cuenta que, como todo en la vida, esa limpieza requiere cambios, acción y riesgos. Aquí te dejo algunos de ellos:



  • Hacer una visión introspectiva y profunda en ti. Preguntarte si estás de acuerdo con la forma de vida que llevas o simplemente te has adaptado a ella. 
  • Crear tus propias tradiciones
  • Correr el riesgo de enfrentarte a una regla o política que consideres limitante. Por ejemplo, ¿alguna vez has probado a ir al cine, un restaurante o viajar solo?, ¿y si te atreves a dar el primer paso con el chico que te atrae?
  • Pensar en las decisiones como actos que provocan resultados diferentes, ni buenos ni malos.
  • Intentar vivir el ahora, y aplicar tus "debería" a ese momento único y no como reglas universales.
  • Negarte, en un momento dado, a hablar de los demás
  • Hacer una lista de culpas, detallando lo que te disgusta de ti mismo.
  • Decidir que toda la infelicidad que escojas será resultado de  tu propio trabajo y esfuerzo, y no el de ningún agente externo. 
  • No permitirte ser el receptáculo de culpas de otros.

Desarrollemos nuestra capacidad de "estar listos", deshacernos de los prejuicios y abrir la mente. Se dice que "cuando el alumno está listo, el profesor aparece". Ese profesor puede ser un amigo, un vecino, incluso una circunstancia; y esas enseñanzas, en mi opinión, son diarias. Aprendamos a nutrirnos de ellas.

"Canta tu propia canción de libertad de la manera que escojas cantarla, sin preocuparte ni importarte cómo se supone que debe ser"






miércoles, 29 de junio de 2016

Orgasmos mentales

Se dice que empleamos aproximadamente un 10% del potencial de nuestra preciada materia gris, y aún haciendo semejante derroche, es inmensamente poderosa. No tenemos la más mínima idea del poder enorme que cargamos sobre los hombros... ¡como lo desperdiciamos! Podría darle más de un interesante enfoque sobre este punto, pero hoy voy a hablar de placer... sólo placer.

Cada vez son más conocidos los orgasmos mentales o, como llaman algunos, neurosexo. Hay quien lo cataloga como sexo minimalista, puesto que "se ve reducido a lo esencial". En él no hay contacto físico autónomo ni compartido, el cerebro es el gran responsable de llevarnos al éxtasis.

Barbara Carrellas
Barbara Carrellas fue una de las pioneras de lo que en Nueva York llaman "Thinking off". Técnicas en las que la imaginación y la respiración son las responsables de tales explosiones energéticas, que se expanden al resto del cuerpo con resultados idénticos a los de un clímax convencional.

Para ella todo empezó en los años 80, cuando se observó una notoria decaída en la vida sexual de los norteamericanos por miedo a contraer VIH. Con el paso de los años se han ido perfeccionando el desarrollo de estas técnicas, teniendo tanto éxito que recientemente empezó a emplearse en algunas terapias (en consultas de sexología) para personas con lesiones medulares, además de ser utilizadas para el tratamiento de ciertas disfunciones.

Y es que el poder de la imaginación no conoce fronteras. Sólo nosotros sabemos hasta donde queremos o nos interesa llegar, y nada ni nadie puede obligarnos a que sea diferente. Es un mundo en el que sólo nosotros decidimos qué ocurre, cómo, dónde, por qué, y resolvemos como nos apetezca. 

Pero esto es un arma de doble filo y más de una vez puede jugarnos malas pasadas, de ahí que sea tan importante trabajarnos desde dentro. Según la psicóloga Sheryl A. Kingsburg, para nosotras "lo que sentimos de nosotras mismas, de nuestras vidas, pareja y relaciones, generalmente se relaciona mucho más con nuestras sensaciones que con lo que sentimos simplemente teniendo sexo"

La directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, Dra. Francisca Molero, explica en más de una entrevista que lo que realmente nos enriquece es permitirnos explorarnos "Es una idea que responde a la integración del cuerpo con la mente. Por algo somos seres integrales".  


De ahí que estas técnicas sirvan no sólo para personas con dificultades. De hecho, debería formar parte de nuestra sexualidad. Como todo en la vida, para poder disfrutar en compañía, primero deberías tomarte la molestia de conocerte, explorarte, disfrutarte, descubrirte, y no esperar a que otro(s) lo haga(n) por ti.  

Somos el conjunto de un todo y éste es uno más de los aspectos que conforma nuestro yo, por lo que deberíamos vivirlo a plenitud, con naturalidad y como a cada uno de nosotros más nos guste, satisfaga o apetezca. Como somos el conjunto de un todo, cada una de nuestras facetas influye en el resto, de ahí la importancia de trabajarnos en todos los recovecos de nuestro ser. 

Cuanto mayor es nuestro autonocimiento, sabemos más cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, necesidades, y gustos (que además irán cambiando a lo largo de la vida), y ello nos lleva a una mayor seguridad en nosotros mismos. Cuanto más seguro nos sentimos, más capaces de disfrutar en plenitud, compartir nuestro cuerpo, deseos, necesidades y comunicarnos con mayor fluidez.

Cuanto más nos conocemos y mejor nos sentimos con nosotros mismos, más plenos y satisfechos, somos capaces de dar más y mejor y ello es un bucle que vuelve a nosotros en forma de relaciones más fructíferas y sanas.   

Me atrevería a terminar invitándote a probar la experiencia, si no lo has hecho ya, pero quiero ir más allá y plantearte que no sólo lo hagas contigo sino que pruebes a hacerlo en compañía. Puede llegar a ser una experiencia muy enriquecedora. 



jueves, 28 de abril de 2016

El viaje

Cada ser humano es un mundo. Somos la sumatoria de un sin fin de factores que nos hacen quienes somos. Nuestra esencia, los acontecimientos que se van sucediendo en nuestras vidas, las personas que nos rodean... el enfoque que le damos a las cosas y cómo trabajemos nuestra fuerza interior... Sí, cómo la trabajemos, porque es como un músculo. Si no la entrenas, se atrofia. 

Hay estudios que demuestran que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional. Lo que esa pequeña e indefensa personita perciba del mundo que le rodea, queda internalizado. Pero por otro lado, una vez llegamos a la vida adulta y tomamos consciencia de ello, podemos trabajarlo... Modelarlo... Esculpirlo. Somos diamantes en bruto y a lo largo de toda la vida podemos ir modelándonos a nuestro gusto, y acorde se nos vaya presentando la vida.

En lo personal, pasé gran parte de mi vida poniendo a los demás antes que a mi. Los deseos, necesidades, aspiraciones, emociones, etc, de quienes amo / amaba, siempre delante de los míos.  Me hacía bien, me hacía feliz ver a mis seres queridos felices, orgullosos, bien. Pero aquello tenía un contrapartida, un precio. 

Desde muy pequeños nos enseñan a cumplir normas, estándares de vida, reglas y caminos a seguir. Dónde está el éxito, qué es lo que nos hace exitosos, la importancia de llegar lejos, tener grandes logros, ayudar siempre al prójimo, comportarse bien, hacer lo que los demás esperan de ti. Aprendemos que somos felices cuando hacemos y conseguimos todo aquello que se espera que hagamos o consigamos, lo que en sí mismo es la búsqueda constante de aprobación. 

Pero a todos, o a casi todos, nos llega un momento en la vida en la que nos replanteamos hasta parte de nuestros cimientos vitales, valores y creencias. Las conocidas crisis existenciales, de las que hablaré en otra ocasión. Normalmente se da algún suceso que las desencadena. Éste puede ser de mayor o menor envergadura y puede llevarte a un replanteamiento más o menos profundo de tu existencia. 

En mi caso, hace dos años se dieron una sucesión de eventos desafortunados que llevaron consigo un replanteamiento total de mi existencia. No hay arrepentimientos, porque cada error fue una lección y cada experiencia sumó a quien soy hoy en día. Pero ciertamente, llegó ese momento en el que me cuestioné ¿qué son para mi esos logros? ¿dónde quiero llegar yo? ¿qué es para el éxito? ¿qué quiero de la vida, qué doy y qué espero de ella?

Renacer trajo consigo grandes lecciones, grandes cambios y consigo, el más profundo de todos. En la lucha aprendí que no hay mayor muestra de amor a todos aquellos que amas, que amarte primero a ti mismo. Que tu amor más grande, primero, eres

¿Has estado alguna vez enamorad@? Cuando conoces ésa persona y sientes ese algo que no se puede explicar. Le ves y se dibuja en ti esa sonrisa dulce,  los ojitos te brillan como luceros... Sí, ésa sensación de ir saltando sobre las nubes, como Heidi por las montañas. Bien, todo esto tiene una explicación química de la que hablaremos en otra ocasión, pero ahora hablemos de AMOR. 

Cada quien tiene su propia definición, para mi quizás no alcanzaría un post... como ya sabes, soy de explayarme un poco. Pero yendo a la esencia, amar es comprender, admirar, apoyar, entre otras muchas cosas. Cuando conoces a esa persona especial, surge ese deseo de cuidarle, mimarle, protegerle, conocerle más y más. Bien, pues hago este símil porque toda la vida has tenido a la persona más importante contigo, y puede que ni te hayas dado cuenta: eres TÚ. 

Te enamoras de ti cuando te das cuenta de tu propia existencia y valor, cuando te molestas en querer conocerte realmente. Cuando indagas en tu interior y encuentras ese mundo inmenso que hay en ti y que no te habías permitido explorar.

Cuando te permites el inmenso placer y enorme trabajo de empezar a conocerte realmente, tomas las riendas de tu ser. Comprendes que eres el conjunto de un todo y tienes la capacidad de decidir en cada momento en qué punto del continuo de tus polaridades estar. Inicias el largo camino de romper con el etiquetado, y emprendes uno de los viajes más importantes de tu vida: el de recorrerte descubriendo cada recoveco de tu mundo interior.

En él aprenderás qué es lo que realmente quieres, a dónde quieres llegar, cuáles son tus verdaderas metas, cuál es tu significado del éxito... qué es lo que te hace realmente feliz. La felicidad no sólo un estado de animo, es una filosofía de vida. Está en ti, en el camino... no sólo en el resultado de lo que haces o la meta alcanzada.  

En ese maravilloso viaje, te enamorarás... Te enamorarás profundamente, y cuando lo hagas, aprenderás a perdonarte, ayudarte, comprenderte, a cuidarte cuidadosamente... Sentirás AMOR, el amor más puro que jamás hayas imaginado. Entonces habrás llegado a otro "nivel" de amor por ti mism@, por la vida, por todo lo que te rodea... verás cómo tu forma de amar a los demás también, por ende, habrá cambiado y será, si cabe, aún más noble y transparente de la que jamás hayas sentido.