Cada ser humano es un mundo. Somos la sumatoria de un sin fin de factores que nos hacen quienes somos. Nuestra esencia, los acontecimientos que se van sucediendo en nuestras vidas, las personas que nos rodean... el enfoque que le damos a las cosas y cómo trabajemos nuestra fuerza interior... Sí, cómo la trabajemos, porque es como un músculo. Si no la entrenas, se atrofia.
Hay estudios que demuestran que los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional. Lo que esa pequeña e indefensa personita perciba del mundo que le rodea, queda internalizado. Pero por otro lado, una vez llegamos a la vida adulta y tomamos consciencia de ello, podemos trabajarlo... Modelarlo... Esculpirlo. Somos diamantes en bruto y a lo largo de toda la vida podemos ir modelándonos a nuestro gusto, y acorde se nos vaya presentando la vida.
En lo personal, pasé gran parte de mi vida poniendo a los demás antes que a mi. Los deseos, necesidades, aspiraciones, emociones, etc, de quienes amo / amaba, siempre delante de los míos. Me hacía bien, me hacía feliz ver a mis seres queridos felices, orgullosos, bien. Pero aquello tenía un contrapartida, un precio.
Desde muy pequeños nos enseñan a cumplir normas, estándares de vida, reglas y caminos a seguir. Dónde está el éxito, qué es lo que nos hace exitosos, la importancia de llegar lejos, tener grandes logros, ayudar siempre al prójimo, comportarse bien, hacer lo que los demás esperan de ti. Aprendemos que somos felices cuando hacemos y conseguimos todo aquello que se espera que hagamos o consigamos, lo que en sí mismo es la búsqueda constante de aprobación.
Pero a todos, o a casi todos, nos llega un momento en la vida en la que nos replanteamos hasta parte de nuestros cimientos vitales, valores y creencias. Las conocidas crisis existenciales, de las que hablaré en otra ocasión. Normalmente se da algún suceso que las desencadena. Éste puede ser de mayor o menor envergadura y puede llevarte a un replanteamiento más o menos profundo de tu existencia.
En mi caso, hace dos años se dieron una sucesión de eventos desafortunados que llevaron consigo un replanteamiento total de mi existencia. No hay arrepentimientos, porque cada error fue una lección y cada experiencia sumó a quien soy hoy en día. Pero ciertamente, llegó ese momento en el que me cuestioné ¿qué son para mi esos logros? ¿dónde quiero llegar yo? ¿qué es para mí el éxito? ¿qué quiero de la vida, qué doy y qué espero de ella?
Renacer trajo consigo grandes lecciones, grandes cambios y consigo, el más profundo de todos. En la lucha aprendí que no hay mayor muestra de amor a todos aquellos que amas, que amarte primero a ti mismo. Que tu amor más grande, primero, eres tú.
¿Has estado alguna vez enamorad@? Cuando conoces ésa persona y sientes ese algo que no se puede explicar. Le ves y se dibuja en ti esa sonrisa dulce, los ojitos te brillan como luceros... Sí, ésa sensación de ir saltando sobre las nubes, como Heidi por las montañas. Bien, todo esto tiene una explicación química de la que hablaremos en otra ocasión, pero ahora hablemos de AMOR.
Cada quien tiene su propia definición, para mi quizás no alcanzaría un post... como ya sabes, soy de explayarme un poco. Pero yendo a la esencia, amar es comprender, admirar, apoyar, entre otras muchas cosas. Cuando conoces a esa persona especial, surge ese deseo de cuidarle, mimarle, protegerle, conocerle más y más. Bien, pues hago este símil porque toda la vida has tenido a la persona más importante contigo, y puede que ni te hayas dado cuenta: eres TÚ.
Te enamoras de ti cuando te das cuenta de tu propia existencia y valor, cuando te molestas en querer conocerte realmente. Cuando indagas en tu interior y encuentras ese mundo inmenso que hay en ti y que no te habías permitido explorar.
Cuando te permites el inmenso placer y enorme trabajo de empezar a conocerte realmente, tomas las riendas de tu ser. Comprendes que eres el conjunto de un todo y tienes la capacidad de decidir en cada momento en qué punto del continuo de tus polaridades estar. Inicias el largo camino de romper con el etiquetado, y emprendes uno de los viajes más importantes de tu vida: el de recorrerte descubriendo cada recoveco de tu mundo interior.
En él aprenderás qué es lo que realmente quieres, a dónde quieres llegar, cuáles son tus verdaderas metas, cuál es tu significado del éxito... qué es lo que te hace realmente feliz. La felicidad no sólo un estado de animo, es una filosofía de vida. Está en ti, en el camino... no sólo en el resultado de lo que haces o la meta alcanzada.
En ese maravilloso viaje, te enamorarás... Te enamorarás profundamente, y cuando lo hagas, aprenderás a perdonarte, ayudarte, comprenderte, a cuidarte cuidadosamente... Sentirás AMOR, el amor más puro que jamás hayas imaginado. Entonces habrás llegado a otro "nivel" de amor por ti mism@, por la vida, por todo lo que te rodea... verás cómo tu forma de amar a los demás también, por ende, habrá cambiado y será, si cabe, aún más noble y transparente de la que jamás hayas sentido.
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