lunes, 2 de mayo de 2016

El poder del silencio

Dicen que un silencio dice más que mil palabras, que el que calla, otorga, que en boca cerrada no entran moscas... y, en cierta forma, así es. En un silencio puedes encontrar la respuesta a esa pregunta difícil de formular, hallar el calor de una cercanía que con palabras no se puede alcanzar... o quemarte con el frío de un témpano de hielo. 

Puede ser tremendamente revelador o misterioso. Puede abrir las puertas al sol o sumirte en la oscuridad de una incertidumbre dolorosa y desconcertante. Puede esconder la más cruel o piadosa de las mentiras, o descubrir el más hermoso u oscuro secreto a voces mudas. 

Puede ahorrar, y ahorrarte, más de un problema; Dejar espacio a la imaginación, el ingenio y hasta el ensueño. Puedes convertirlo en un momento mágico, interesante, salvador o destructivo. Todo depende de cómo se mire, del prisma que le des, de la percepción del receptor y la energía del emisor... de las circunstancias...

Existen cientos de refranes populares y proverbios que hablan de su magnitud, belleza y peligro. Uno de esos proverbios, árabe por cierto, cita "Cuando lo que vayas a decir no sea más hermoso que el silencio, no lo digas".  A veces es mejor pensar 2 veces antes de romper el silencio con algo que luego te convierta en esclavo de tus palabras. Se dice que las palabras se las lleva el viento... pero algunas quedan tatuadas en el alma. 

Creo que es un arte. De hecho, considero una lección difícil de aprender el encontrar el equilibrio entre el silencio y la palabra... Incluso puede que nos lleve toda la vida. No sé si será porque sufra de "verborrea", pero creo que cuesta tiempo y esfuerzo conseguir ponerlo realmente en práctica. Así como creo que cuando aprendemos a escucharnos y escuchar nuestros silencios y los de los demás, damos un paso enorme que no todos están en disposición de dar.

Cuando aprendemos a escucharlos, aprendemos a ser un poco menos ególatras. El silencio puede ser muchas cosas: un arma de defensa, un escudo protector, una declaración de amor, un acto de respeto... Cuando dejamos de ver sólo con nuestra perspectiva,  inmersos sólo en nuestras circunstancias y sentimientos, entonces empezamos a intentar mirar en los ojos del que está en frente. Intentamos ponernos en su piel, oír lo que no dice con palabras, respetar su espacio, sus tiempos, sus intenciones...

"Los ríos más profundos son siempre los más silenciosos" Porque no escuchemos lo que queremos oír, no quiere decir que no nos estén diciendo algo. Para poder "oir" lo que las bocas callan, tenemos que tener el resto de sentidos bien abiertos y dispuestos a percibir las señales que nos son enviadas.

"Un gesto dice más que mil palabras" El cuerpo habla, habla más de lo que pensamos e incluso más de lo que nos gustaría. Fíjate primero en ti mism@, en lo que dice tu cuerpo, porque a veces él exterioriza esas cosas de las que quizás aún ni siquiera eres consciente. Y como te pasa a ti, le pasa el resto. Fíjate en las señas que emanamos. Son muchas, y lo hacemos constantemente. El movimiento de los ojos, de las manos, los brazos, los pies, la postura... todo habla. 

Los hechos hablan por sí solos, aunque a veces los actos se contradigan con las palabras. Observa, escucha, siente... empápate de las señales que recibes para poder intentar entender esos silencios que hablan tanto. Y aunque no te guste, te moleste e incluso te duela...Respétalos. 

Puede que algo no sea como esperabas, o como deseabas... pero no por ello quiere decir que no haya sido bueno, incluso más de lo que veas en un principio. Quédate siempre con lo mejor, actúa de buena fe y dale tiempo al tiempo... porque él también habla.














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