Suena la música y... cierras los ojos, inspiras, mientras tanto -sin apenas darte cuenta- se dibuja una sonrisa única. Sientes esa electricidad... Una bomba de energía que en instantes recorre tu cuerpo... los pies empiezan moverse, las piernas, las caderas se contonean, la cintura hace una fiesta, el pecho danza, y con él los hombros, y los brazos van al compás.
No puedes evitarlo, el cuerpo va solo. Sientes el ritmo que invasiva y delicadamente entra por cada poro de tu piel, recorriendo cada rincón como una corriente de energía vital que viaja en ti incesantemente. Te sientes vivo, libre...
No existen problemas, no importa qué pasa afuera, estás inmerso en un mundo de emociones positivas. No sabes cuál será el siguiente paso, pero no te importa. No piensas. Tu mente sólo oye la música, vibra con ella. Te dejas llevar, ella te guía, y tú fluyes como el agua que corre por el cauce de un río. Intensa, dulce, armoniosa...
Sobran las palabras cuando el cuerpo habla. En tus ojos brilla la emoción y tu sonrisa, esa sonrisa única que se esboza al bailar, invita a la complicidad. Estás inmerso en su magia. Te embriagas de su melodía, destilas su sabor.
Te transporta a ese mundo mágico en el que, por un momento, eres quien quieras ser y estás donde quieras estar. Esa fantasía sólo tuya, y de nadie más, que te hace volar.
Te dejas llevar, fluyes con sus acordes, rezumando todo lo que llevas dentro. Es una de las formas más divertidas de liberarte. En cada paso, sueltas... te deshaces de las preocupaciones, el estrés, las tensiones y cada gramo de ese peso que no te corresponde cargar.
Te conecta con tu interior más profundo. En cada movimiento desprendes lo mejor de ti. Exudas vitalidad, atracción, sensualidad. Liberas la pasión más instintiva, el deseo más delicadamente animal.
Es la expresión vertical de un deseo horizontal, si es con la persona justa. Es una cita de cinco minutos en la que no se habla, se siente. Donde los cuerpos convergen como dos piezas de un mismo puzzle. Donde no se toca, se acaricia. La excusa perfecta para un abrazo apasionado, para acercarte cuanto quieras, sentir su calor, perderte en su mirada por un instante.
Es una forma de vivir la música, un arte. Es la expresión musical del cuerpo, la electricidad que te recorre, el mundo al que te transporta. Un volcán de emociones. Una aventura única en cada canción. Liberación, delicadeza, pasión...
¿Bailamos?...
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