miércoles, 10 de diciembre de 2014

Feliz cumpleaños, Mamá

Esta semana dedico mi post a la persona más especial. Una que no necesita un dispositivo y mucho menos Internet para leerme o para saber lo que tengo que decir. Hoy es un día intenso y de sentimientos encontrados. Tal día como hoy, hace años, venía al mundo una mujer única. Tan bella por fuera como por dentro. Inteligente, amable, amorosa.. la mejor mujer que haya conocido jamás. A quien admiro profundamente y espero algún día parecerme mínimamente... Aunque no puedas probar el pastel ni abrir delicadamente el papel de regalo, como solías hacer...Feliz cumpleaños, Mamá. 

Habrá quien piense que mal que estoy para decir algo así, pero no es así. Estoy bien y voy a estar mucho mejor gracias a ti. Te debo tanto, que es incalculable... y si hay algo que nunca podré pagarte es que me diste la vida dos veces: la noche que me trajiste al mundo, y el día que -por una promesa a ti- me realicé las pruebas que me llevaron al camino que recorro hoy. ¡Infinitamente gracias Mamá!

Gracias por enseñarme tantas cosas. No sólo me enseñaste a hablar sino también a hacerme entender; A comer, pero también a alimentar cuerpo y alma. Por enseñarme a leer no sólo letras... Me enseñaste a vivir, a querer, a perdonar; A luchar, a escuchar, a hacerme respetar. Nos inculcaste valores y nos enseñaste con el ejemplo lo fundamental que es la familia y la importancia de compartir... saber ser y estar... y hasta qué color me sienta mejor. Gracias por dejarme a Papá y a mi hermano, que son mi fuerza y mis ganas para ganar cualquier batalla. Gracias por esa paciencia infinita que lo entendía y lo perdonaba todo. Por tantos recuerdos... tanto amor. No me alcanzará una vida para agradecerte tanto, pero cuando nos reencontremos espero haberte dado muchos motivos para sonreir.
Si bien hay momentos en los que llega a faltar el aire por tu ausencia física.... Se queda en eso, sólo momentos, porque estás aquí. Un día como hoy no puedo echarte de menos porque vives en mi, en nosotros. Tu energía, tu luz, tus hermosos ojos verdes aún brillan en mis retinas. Tus caricias están grabadas en mi piel, tus abrazos aún me dan calor y tu voz...tu dulce y cariñosa voz, me sigue dando paz y tranquilidad. Sólo necesito cerrar los ojos cada noche, en compañía de mi almohada, para poder verte... Ya no necesito llamarte para decirte todas esas cosas que sólo tu y yo sabemos. Y aunque ya no puedes contestarme como lo hacías antes, estás ahí y vas conmigo a donde quiera que vaya. No importa lo que pase, porque sólo con saberte cerca disipas mis miedos y me das de nuevo toda esa paz y fuerza que sólo tu puedes dar.

Te admiro infinitamente, Mamá, y ojalá algún día te llegue siquiera a los talones. Eres la mujer más íntegra, fuerte y dulce que jamás conocí. Cómo dejarme caer si te debo tanto? Cómo no luchar si me allanaste tanto el camino? Cómo no vencer si me enseñaste con el ejemplo?  

Feliz Cumpleaños, Mamá. Donde quiera que estés, hoy damos las gracias porque un ser tan especial haya venido al mundo y nos haya llenado de tanta paz, tanta fuerza y tanto amor. Tanto, que no me alcance toda una vida para agradecerte.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El poder de la comunicación

Se acercan las Navidades y todo lo que ello conlleva. Si bien cada ser humano es un mundo, cada familia podría decirse que es un Sistema Solar. Como todos sabemos, éste consta de un grupo de planetas que giran en órbita, por efecto de la gravedad, entorno a una gran estrella llamada Sol. Entonces ¿Qué ocurriría si esa estrella se apagase?... Yo no soy astrofísica, pero en mi Sistema Solar nuestro Sol se apagó hace poco. Y si bien al principio fue un caos interestelar en el que perdimos hasta la fuerza de gravedad, poco a poco se retoman las órbitas en un nuevo orden. 

Cada uno de nosotros tiene su Sol/es particular/es, y nosotros también lo somos para otros. Perder tu Sol puede ser realmente catastrófico, pero para no perderte tienes que reencontrar tu nueva órbita reequilibrando las fuerzas de gravedad con el resto de tus soles. Cada uno tiene su manera natural de retomar el equilibrio, y para ello necesita su tiempo. Todos tarde o temprano perdemos un Sol, pero no por ello nuestro sistema entrelazado deja de existir. De hecho, nos hacemos más fuertes. Ése sol que se apaga, en su momento nos llenó de luz. Esa luz es energía y esa energía vive y vivirá siempre en nosotros, si así lo queremos. Podemos dejarla fluir positivamente o todo lo contrario. 

Como seres humanos, vivimos en comunidad, en familia, por lo que la falta de un Sol afecta a todos los planetas que la conforman. Si bien cada uno de nosotros tiene su órbita, todas están relacionadas entre si. Por lo que cuando alguno pierde el equilibrio, de una manera u otra siempre afecta a los demás... imagina qué ocurre cuando varios o todos pierden el equilibrio. Pues bien, de eso es de lo que quiero hablarte. No sé si pueda servirte de ayuda, pero te cuento cómo lo estoy viviendo yo.

Como muchas veces te he comentado, debemos aprender a aceptar nuestras limitaciones. En mi caso, no sólo hemos perdido nuestro Sol en casa (mi madre) sino que estamos luchando con mi enfermedad. Y digo "estamos" porque, como bien sabes la enfermedad no sólo la sufre quien la padece, sino todos los que le rodeen y en especial su familia más cercana. Entonces, en mi particular, mis otros Soles son también planetas y satélites que sufren mi desequilibrio y el suyo propio por todas las turbulencias que afectan nuestro sistema. 

Dado el cúmulo de circunstancias negativas, a momentos me veo abrumada por pensamientos en los que intento solventar todas las situaciones que se me presentan, teniendo en cuenta los panoramas posibles, como nos pasa a todos alguna vez. Tenemos la solución a una situación delante de nuestros ojos, de hecho la hemos encontrado por nosotros mismos y sabemos que existe pero nos ahogamos en un vaso de agua dificultando las cosas con múltiples matices que podemos eliminar practicando algo muy sencillo y nos siempre habitual: la comunicación

En muchas ocasiones las cosas son mucho más sencillas de lo que nosotros las hacemos. Y te lo simplifico todo en 3 palabras: No somos adivinos. En este caso hablo de las relaciones interpersonales, pero se extrapola a otros aspectos de la vida cotidiana. Nos lleva una vida entera conocernos a nosotros mismos, ¿cómo vamos a saber con certeza lo que pasa por la cabeza (y corazón) de los demás en todo momento? Por mucho que los conozcamos, y en algunos aspectos de su personalidad a veces mejor que ellos mismos, aún no tenemos la habilidad de leer la mente... ¡ya nos gustaría!

No siempre se puede hablar de todo, pero siempre se puede entablar alguna forma de comunicación. En el caso que me ataña hoy, que es el desequilibrio ocasionado por la falta de una pieza fundamental de la familia y que se ve incrementado en un momento puntual por ser fechas importantes para los miembros, puede ser fundamental el diálogo. Sólo nosotros sabemos lo que nos hace sentir mejor o, más importante aún, lo que nos ocasionaría más dolor y tristeza. Es, entonces, una buena idea dialogar entre los miembros en lugar de reprimir. Conversar y compartir lo que nos hace daño para entre todos encaminar y enfocarse en lo que hace/haría bien a cada uno y descartar actitudes, objetos, situaciones que generan/generarían lo contrario. 

Al dialogar y exteriorizar los sentimientos, temores y deseos, se tiene un conocimiento más amplio y específico de lo que nos fortalece y nos debilita a cada uno, con lo que nos facilitamos el camino (dentro de lo que cabe) en el avance a un reencuentro del nuevo equilibrio. 

Dicho esto, quiero desearte el mejor inicio de Diciembre que puedas tener. REcordarte que si quieres comentar, preguntar o contar algo puedes enviarme un mail a tuquieresypuedes@gmail.com También puedes seguirme en 
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Buenos días y gracias por leerme.