jueves, 14 de abril de 2016

La leyenda del hilo rojo

Esta preciosa leyenda, también conocida como "El cordón rojo del destino", proviene del Asia Oriental. Unos dicen que de la cultura China y otros que de la Japonesa, pero sea de cual sea ambas versan lo mismo. "Un hilo rojo e invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper"

En China, la historia cuenta que "el abuelo de la Luna" sale cada noche a recorrer la Tierra para conocer a los recién nacidos, y entonces les ata el hilo rojo que decidirá su destino. 

En Japón, por su parte, cuentan que hace mucho tiempo un emperador se enteró que en su reino había una bruja poderosa con la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino, y la mandó a buscar para ordenarle que encontrase el otro extremo del suyo. Esta bruja finalizó su búsqueda en un mercado, en el puesto de una humilde campesina con su bebé en brazos. Al llevarlo allí y presentarle el otro lado de su hilo rojo, éste enfureció empujando a la campesina, que cayó ocasionándole una herida en la frente a la pequeña. Luego, el emperador, sintiéndose burlado por la bruja, la mandó a decapitar. 
Años más tarde, cuando hubo de casarse, su corte le recomendó desposar a la hija de un general muy poderoso. Éste aceptó y en su boda, al levantar el velo de la novia y descubrir la cicatriz en su frente, preguntó a qué se debía... y ella le contó la historia ocurrida aquel día en el mercado. 

Cualquiera de las dos historias nos llevan a lo mismo. Desde el momento en que nacemos, estamos destinados a encontrarnos. Si bien pienso que cada persona que llega a nuestra vida es por algún motivo, cierto es que hay personas que la marcan de manera única e inolvidable aunque hayan pasado como una ráfaga de viento. Así como hay quienes llegan a tu vida de la manera más insospechada y, sin importar el tiempo y la distancia, permanecen en ella per secula seculorum. 

Algunas religiones dhármicas como el budismo, hinduismo y jainismo, creen en el karma. Esa "ley cósmica" - o de la naturaleza - de relación causa-efecto, que inicia con la energía emanada de todos nuestros actos, pensamientos y palabras, volviendo a nosotros en consecuencia con ellos.

Según la filosofía kármica, las almas gemelas están destinadas a encontrarse de alguna manera, en algún momento y lugar precisos. A veces simples encuentros acotados a determinados lapsos de tiempo y con motivos específicos, y en otros casos, llegan para quedarse. Considera este tipo de conexión como "el complemento de cada individuo". No se refiere sólo a relaciones románticas, sino al amor en su estado más puro. No significa que encontrarás la felicidad absoluta a su lado, sino que -en cierta forma - esa persona es tu complemento y una vez "acoplados" se puede emprender juntos un viaje de profunda evolución que permita avanzar a ambos sin que ninguno entorpezca al otro. 

Podemos indagar y seguro encontraremos mil maneras de venir a decir lo mismo. Estemos destinados o no a encontrarnos, cada persona que conozcas dejará una huella en ti... así como tú la dejas en cada persona que conoces. Somos la consecuencia de nuestros actos y al final, tarde o temprano, recogemos lo que sembramos.  

Llamémoslo karmadestino, o que los tiempos de Dios son perfectos, pero los grandes cambios empiezan por pequeños actosCada día es una oportunidad de ser mejor, de crecer. Somos y vivimos en constante cambio... y en el cambio está la evolución, si así lo deseamos y trabajamos para ello. Ser franco contigo mismo y actuar en consecuencia, te eleva; Aprender de cada experiencia, te enriquece.

Cada persona es un mundo, una historia magnífica de la que podemos aprender mucho. Cada ser humano, por desgraciado que te parezca, puede aportar a tu vida más de lo que imaginas... En el momento en que empezamos a abrir los oídos y la mente, comprendemos cuanto hay ahí fuera por descubrir, aprender, atesorar. Y conforme vas interiorizando, te vas transformando en una esponja... y absorbes... y absorbes... y absorbes. Te impregnas de experiencias, emociones, lecciones de vida. 

Cuanto más aproveches cada una de estas oportunidades, cuanto más te enriquezcas, te eleves, crezcas y te desarrolles desde lo más profundo de tu yo, por y para ti mismo... más aportarás, también, a esos  "hilos rojos" o "almas gemelas" que la vida, Dios o el destino pongan en tu camino. 



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