lunes, 25 de abril de 2016

Los 5 dones

La desgracia de nacer sanos, enteros y bien es que no siempre sabemos valorar lo afortunados que somos... porque lo somos, y lo somos tanto que no nos damos cuenta. Concebimos como derecho lo que es un don.  La vida nos ha concedido 5 sentidos, 5 dones que se nos han dado para ser utilizados. 

La vista. Los ojos están hechos para ver, mirar y contemplar. Hay tanto para ver, tanto por descubrir. Un mundo entero que recorrer. Cierra los ojos, y vuélvelos a abrir... pero esta vez se consciente de para qué los tienes y empieza a ver, para poder mirar y luego contemplar, que son 3 cosas muy distintas. Mira a tu alrededor, detalla en cada cosa, animal, persona que tienes cerca en este momento. Todo tiene una historia, todo lo que te rodea tiene algo para ti. Obsérvalo, repara en cada detalle. Cuando abras los ojos cada mañana mira todo lo que tienes y agradece, porque eres afortunado. Cuando salgas a la calle, disfruta de cuantas cosas bellas tienes cada día en los caminos que recorres una y mil veces.  ¿Sabes cuánta historia tienen en sus raíces y hojas los árboles que ves cada día? ¿te has fijado en la nueva decoración de la cafetería de la esquina, el pelo brillante del perro de tu vecina, la sonrisa de esa chica que va con muletas o la melancolía del señor mayor del kiosco? Cruza la mirada con quien te encuentres de frente. Los ojos son el reflejo del alma, y si ves, miras y observas encontrarás mil y una historias sin haber cruzado si quiera una palabra. Verás tristezas, alegrías, melancolía... tantas emociones como personas encuentres en el camino a donde quiera que vayas hoy. Mírate... contémplate. 

El oído. El sistema auditivo te ha sido concedido para oír y escuchar. Parecen sinónimos pero no son lo mismo. Oír es sólo percibir el sonido, escuchar implica prestar atención a aquello que oyes. Oye... y aprende a escuchar. Escucha el sonido del mar, del viento, los pájaros.. los pasos de quien camina. Cuando alguien te hable, no sólo le oigas... escúchale. No tienes idea de cuanta información estás perdiendo por el camino. Escucha tu coche, los edificios, el mover de las hojas, la tierra, el aletear de las mariposas. Escucha tu respiración, tu corazón, tus pasos... tu cuerpo. 

El gusto. Las papilas nacieron contigo para que degustes los sabores que conoces y los que no. El placer de disfrutar de un helado, un taco, una arepa, una paella, pizza, sushi, o tarántulas fritas... lo que quieras. ¡Prueba! la vida en sí es un sin fin de sabores que merecen ser degustados. A veces puede ser amarga, incluso ácida... pero también dulce y con una pizca de sal y picante. Prueba, mezcla, inventa... No engullas, saborea. 

El olfato. Aunque no tenemos la capacidad olfativa de otros mamíferos, podemos distinguir entre dos mil y cuatro mil olores distintos... Siente el olor de tu bebé, del libro que lees o la tarjeta que te han enviado, el olor de las flores, del mar, de la lluvia, de la zanahoria que vas a poner en la ensalada... el olor de las tostadas y de esos zapatos nuevos. Huele tu piel...

El tacto. La piel fue hecha para sentir. Toca y déjate tocar. Sal y déjate acariciar por el aire como el roce de la seda, déjate abrazar por el calor de los rayos del sol. Y si llueve, déjate mojar... Siente su humedad... Cómo el agua cae y se desliza por todo tu cuerpo... Toca, acaricia, abraza, aprisiona... Siente las formas, rugosidades, durezas, la temperatura. Siente tu propia piel...

Si cada uno de estos sentidos es maravilloso en sí mismo, imagina disfrutarlos y exprimirlos hasta gastarlos. Desgraciadamente, con relativa frecuencia, no sabemos apreciar lo que tenemos hasta sentir o prever su falta... No esperes a poder perder uno de ellos total o parcialmente. Vívelos, disfrútalos... desgástalos. 

Emplea tus 5 sentidos en todo lo que hagas. Cuando abras los ojos por la mañana, mira, observa y contempla todo lo que tienes... es maravilloso. Hacerte ése café por la mañana puede ser toda una experiencia de inmenso placer, ¡Disfrútalo! Tócalo, siente su tacto; óyelo, escucha el sonido del empaque al abrirlo, el sonido de la cafetera; Míralo, contempla su color, su textura... Bébelo sorbo a sorbo, sintiendo y disfrutando de su sabor.

No te deglutas la vida, saboréala como lo haces con esa última onza de chocolate... despacito, intenso, sabroso... 




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