jueves, 6 de noviembre de 2014

El valor de las pequeñas cosas

Es increíble cuanto se puede decir en pocas palabras. A veces una frase dice más que un libro... y hoy quiero hablarte de ello. De pequeña mamá me regaló ese libro de bolsillo que compró a un vendedor ambulante "El valor de las pequeñas cosas", de Roque Schneider. Creo que en ése instante era imposible que dimensionase el valor que ése librito tendría para mi y como aún, más de dos décadas más tarde, lo conservo en mi mesita de noche. 

Con él no sólo aprendí y reapdrendí una y otra vez el valor de las pequeñas cosas de la vida, y su importancia, sino que también di un valor incalculable al título. Así como la semana pasada te hablé de la importancia de reordenar y descartar de tu vida todo aquello que ponga en negativo tu balanza,  hoy pretendo reflexionar sobre el valor de los pequeños detalles. Mi padre siempre me dice "a la gente se la conoce por los detalles"... y tiene toda la razón. Scheider dice " Aprende a escuchar la voz de las pequeñas cosas, de los acontecimientos. Verás como todo habla, todo se comunica contigo", cosa que comparto y mucho con él. Todo lo que nos rodea nos habla, nos dice algo... sólo que no siempre sabemos verlo. 

Aprender a escuchar la voz de las pequeñas cosas va desde aprender a reconocer el fondo de una persona, hasta entender si una situación se da o no. A escuchar a nuestro cuerpo, que más de una vez nos grita a voces mudas que estamos cometiendo excesos, que algo va mal (o bien), o que tenemos carencias. Hacer caso a los reclamos del alma, que muchas veces nos dicen si vamos por el camino equivocado o no. 

Siempre he oído y leído que cuando alguien enferma, se vuelve más sensible, empático (esto también se debe a las neuronas espejo o neuronas de la empatía. Tema muy interesante, por cierto). Muchos dicen que les cambia la vida y empiezan a verla de manera diferente... y es verdad! Pasa a muchos. Yo por suerte y desgracia tuve una madre que desde mi infancia sufrió problemas de salud, que venció una y mil veces a la muerte y le dijo a la cara "aún no". Ella fue quien, desde que tengo uso de razón, me enseñó a amar como si no hubiese un día más, a disfrutar del sol, de la lluvia, de un silencio, una sonrisa o una taza de té. No puedo estarle más agradecida. Fue la fuerza, el amor y la lucha personificada. Nos enseñó a compartir y respetar en la abundancia, a sonreír y tener ilusiones en la pobreza,  a luchar por nuestros sueños y nunca, bajo ningún concepto, perder la esperanza. Gracias a ella hoy vivo mi enfermedad como un bache. Una nueva oportunidad de renacer y ser mejor persona. Ver en qué he estado fallando y mejorarlo. Reenfocar mi vida, mis sueños y qué caminos quiero y voy a recorrer. 

No todos tienen la inmesa fortuna de tener alguien así, pero ese alguien puedes ser tu. Para ti mismo y para los demás. Es, creo, uno de los mejores legados que puedes dejar. Pero más allá de tu legado, es tu vida, tu hoy. Cada día, cada instante, es un aprendizaje y una oportunidad de ser feliz. no la desaproveches.  El tiempo es un recurso irrecuperable. Somos un reloj de arena que no puedes dar la vuelta para volver a empezar... No al menos en esta vida, que es la que conocemos. Pero sí puedes aprender de tus errores, reinventarte y no desperdiciar el resto de granitos de arena que te quedan. 

Las respuestas las tenemos, muchas veces, delante de nosotros y no sabemos o no queremos verlas. Un silencio, un gesto, una mirada dicen más que mil palabras. Hay quien te llenará de promesas que quedarán en nada cuando llegue la hora de la verdad, pero también quien nunca dijo nada y está ahí para ser tu apoyo, tu bastón. Con anterioridad he hablado de estas "sorpresas" que nos da la vida... y lo son, muchas veces, porque no sabemos ver ni escuchar. O sí sabemos, pero no queremos aceptar la realidad que la vida nos pone delante. 

Hoy, para terminar, quiero decirte que hagas de cada momento una vida, y de la vida un único momento. Los mejores perfumes vienen en frasco pequeño, así como las grandes amistades se prueban en los pequeños gestos. Muchos se buscan a sí mismos en las amistades que cultivan, así como Narciso buscaba reflejarse en las aguas de la vanidad. Nadie es insustituible, pero todos somos útiles y necesarios. Ya por último, recuerda: Si quieres elevar el mundo. Empieza en casa, elevándote a ti mismo. 

Que tengas un bien día, y gracias por leerme.








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