lunes, 11 de julio de 2016

Un día como hoy...

Un día como hoy, hace dos años, me levanté temprano y desayuné con papá, nos esperaba una larga mañana. Me apoyaba en él o en la pared para caminar porque no podía ponerme erguida. No había cumplido ni 20h de haber salido de quirófano, de una sencilla pero molesta intervención. 

Llegamos y la espera fue un poco larga, pero a mi me parecía eterna. Quería entrar cuanto antes y empezar de una vez. Al verme, mi oncólogo me propuso un par de veces posponer el primer gotero... Pobre hombre, no tenía idea de lo que acababa de hacer. Lo bueno es que, por lo visto, está acostumbrado a ver todo tipo de reacciones, y la mía hasta le hizo reír.

Una pioja, mandona, pequeña pero con la energía suficiente como para comerse el mundo, prácticamente regañándolo por siquiera plantear semejante cosa. Había madrugado, había desayunado bien, me había puesto guapa y era el día de mi cumpleaños... No regresaría a casa sin haber empezado. 

Y así fue. Entré a paso de tortuga pero con una sonrisa que no me cabía en el rostro. Era una sala con todos nuestros sillones dispuestos uno al lado del otro en forma ovalada, concéntricos a la mesa de las enfermeras (todas muy cariñosas, por cierto). Al acabar, volvimos a casa y entonces pudimos celebrar. Nos esperaba una deliciosa tarta de fresas home made. Gracias, estaba deliciosa.
Un día como hoy, hace un año, celebraba con quienes me habían tomado de la mano para no soltarla más, haber ganado la batalla y estar empezando una nueva etapa con una nueva y, en working progress, mejorada versión de mi misma. Si bien había sido el año más duro de toda mi vida, también había sido el año que -con diferencia- más me ha aportado. 

Cada vez que salía a la calle, me parecía ir caminando sobre las nubes. No podía borrarme la sonrisa del rostro y aunque aún estaba agotada, tenía tantas ganas de hacer tantas cosas que parecía que iba a explotarme el pecho. Un universo de emociones tan o más intensas que la primera vez de todo. La primera escapada, el primer baño de nuevo en el mar, el primer corte de cabello... Un mundo de pequeñas cosas que ahora sabían a maravillosas aventuras. 

Ese working progress implicaba también mucho trabajo. Había mucho que hacer, mucho que arreglar y aún un largo trecho de camino por andar. Pero por extenuante que fuese, valía la pena cada esfuerzo porque con la suma de muchos de ellos iba dando pequeños pasos. 

Hoy celebro mi 2º cumpleaños llena de vida, como en estos últimos dos años, eternamente agradecida. Agradecida:

  • Con Dios y la vida por permitirme despertar cada mañana
  • Con mi Mamá, por haberme dado la vida 2 veces, por ser mi heroína, mi ejemplo a seguir, mi Angelito de la Guarda
  • Con los dos hombres de mi vida, mi Papá y mi hermano, que fueron mis agarres a la vida y son mi todo
  • Con esas amigas que fueron (son) como hermanitas que me regaló la vida. Gracias por tantos cuidados, tanta atención, preocupación, compañía, apoyo y cariño
  • Con quien me escuchó y ayudó en silencio en el momento preciso, porque te debo la vida
  • Con todos los que estuvieron para mi familia y para mi de todas las maneras posibles, y muchos sin importar la distancia
  • Con España, porque aunque todo sea siempre mejorable, y la nuestra se haya visto golpeada por la crisis, tenemos una Sanidad Pública impresionante y envidiada por otros países del también llamado  1º Mundo
  • Con el equipo del Hospital de La Ribera (médicos, enfermeras, técnicos, auxiliares...), porque son increíbles. Su trabajo, cercanía y empatía son dignos de aplauso
  • Con la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer), porque su labor es encomiable y lo que hacen no tiene precio. 
Son muchos los motivos por los que estar felices y agradecidos de estar aquí. Han sido 3 cumpleaños muy distintos, pero en todos ellos había algo en común:

Un día como hoy... celebro LA VIDA. 


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