miércoles, 22 de octubre de 2014

Para cuidar a los demás, primero cuida de ti.


En esta ocasión quiero hablar de lo importante que es cuidar de ti. Cuando estamos mal por el motivo que sea: depresión, una enfermedad, etc, nuestra primera reacción -obviamente- es querer (o aparentar) estar bien. Tendemos a querer cuidar de nuestra imagen ante los seres que nos importan, para no verles sufrir por nosotros (o incluso para no mostrar vulnerabilidad). En mi humilde experiencia, he visto un error muy recurrente: queriendo preocuparnos por los demás, nos olvidamos muchas veces de nosotros mismos. Lo que es un grave error ya que, al menos en estos casos y en mi humilde opinión, el orden de los factores altera el producto. 

Para cuidar de los demás (o simplemente de tu imagen), primero debes cuidar de ti. Esto suena tonto y redundante, pero no lo es. Si te preocupas por emanar una cierta imagen que no viene trabajada desde dentro, no estarías solucionando nada sino que estarías simplemente reflejando un espejismo, lo que a la larga agravaría la complejidad de la situación. Si armas un castillo de naipes, tarde o temprano acabará cayendo y los daños serán peores.... para tí, para los que te rodean e incluso para esa imagen que quieres preservar. Si consigues verte bien, sentirte bien contigo mism@, los demás te verán bien, en pie y luchando. Si realmente te preocupan las personas que quieres, empieza por quererte, cuidarte y mejorarte. Ellos estarán mejor que si te ven haciendo lo mejor que esté en ti para salir adelante, sea la situación que sea,  y no hundid@, abandonad@, descuidad@. 

Una de las tantísimas cosas valiosas que aprendí de mi madre, y que admiré siempre, fue su coquetería. Daba igual lo mal que se sintiera, lo que fuese a hacer o dónde estuviese, ella siempre estaba arreglada. Nunca le faltaba un peine, un labial y un perfume en el bolso. Siempre iba conjuntada, aunque fuese para limpiar la casa, y siempre me decía: "Laurita, en casa no hay que estar en pijama. Levántate, vístete y actívate". Puedes estar más o menos arreglada, pero no descuidada y con tus "trapos viejos". Sin darme cuenta, crecí con esa filosofía y de mayor me di cuenta que cuanto más triste, decaída o molesta estaba, más me arreglaba ( no me pongo un vestido de noche, aclaro, pero sí me esmo más en el maquillaje, en conjuntarme o en ponerme mi perfume favorito). Esto también, en mi caso,  es mi forma de darle batalla a ese malestar físico o emocional. Cada uno tiene si manera, ésta es una de las mías... Ya sabes, "al mal tiempo, buena cara".

En la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer) conocí una chica joven como yo, que es madre de dos hijos pequeños. Está empezando su tratamiento y, como es normal, todo le afecta más. Ese duro golpe de ver al espejo (o hasta en el cristal de la ventana) y no reconocerte... pero, como hablaba con ella, hay que ser fuerte y no dejarte vencer. Es duro, sobre todo al principio, pero aunque te sientas mal como para no poder salir a la calle, te pones guapa para estar en casa. Puedes estar guapa hasta en chándal, si quieres. Combínate, maquíllate; haz todo aquello que te haga sentir mejor. Que cada vez te moleste menos ver ese reflejo. En nuestro caso, la falta de cabello, cejas, pestañas y ese color de la piel amarillento nos hace sentir aún más enfermas. De ahí que nos recalquen tanto poner atención a estos detalles. Parece una tontería, pero no lo es. Si lo haces, no sólo te estarás ayudando a ti misma, sino a quienes te rodean. No sólo te ven sufrir, sino que te ven desmejorada y esto también les afecta.

Pero ésto no es sólo cuando tienes cáncer o estás mal por cualquier otra enfermedad. Cuando tienes fiebre, si quieres que baje tomas un paracetamol, te pones paños de agua fría en la cabeza para aliviar el dolor o hasta te das duchas de agua fría/fresca, no?... pues lo mismo pasa con el alma. Cuando no estás bien tienes que buscar aquello que pueda ser tu "medicina" o ése pañito de agua fría en la frente. Nadie mejor que tu puede conocerla. Pero incluso poniendo lo mejor de tu parte, ese parecetamol no ayuda del todo y los pañitos no calman tu malestar... es entonces cuando vas al hospital... y lo mismo ocurre en ámbito emocional. Eres un ser humano, y todos tenemos nuestras limitaciones. Aceptar que te ves sobrepasado por una situación, no es sinónimo de ser débil o incapaz, sino todo lo contrario. Como dije días atrás, aceptar es el primer paso y tu encendida de motores. Hay quien no estará de acuerdo conmigo, quien sigue pensando que recurrir a ayuda profesional es sinónimo de estar loco... pero en mi opinión no es así. Es más bien sinónimo de fortaleza, entereza y ganas de recuperarte, estar bien... y, créeme, no todos tienen la "valentía" de hacerlo y trabajar duro para conseguirlo.

Mi conclusión de hoy es: la mejor demostración de amor que puedes dar a quienes sufren por verte mal (sea por el motivo que sea), es luchando. Dios dice: "ayúdate, que yo te ayudaré". Salir adelante no siempre es fácil, pero nunca imposible. Acepta, enciende motores y pon la primera marcha... Si caemos mil veces, nos levantamos mil y una.

Ánimo, fuerza y fe!

Buenas tardes y gracias por leerme. 


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