miércoles, 21 de enero de 2015

El Miedo

Bueno, aquí estoy de nuevo. Después de hace exactamente 20 días. He intentado escribir varias veces, pero no he llegado a terminar de publicar. Ha sido un inicio de año ajetreado, pues me tocaba ya pasar por quirófano. Está siendo una recuperación dura- no vamos a engañarnos- pero se avanza día a día, que es lo importante. 

Hoy, como hace semanas, quiero hablarte del miedo. Si buscamos su significado según la Real Academia, miedo (del latín, metus) puede ser la "perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario" o el "recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea". Bien, si lo vemos desde el punto de vista biológico, es un mecanismo de defensa que nos sirve para reaccionar ante situaciones adversas con rapidez y eficacia (como, por ejemplo, el posible ataque de un animal) Desde el punto de vista psicológico, es un estado emocional necesario para la adaptación al medio, y según Wikipedia, " Para algunos el miedo en el ser humano no guarda ninguna relación fisiológica (como reacción de alerta), sino que es un producto de la conciencia, que expande nuestro nivel de conocimiento" (cuestión que no comparto del todo).


Sea cual sea el enfoque que le des, el miedo te previene, te mantiene alerta y - si así quieres - se supera y te ayuda a superar la situación que te llevó a él. Forma parte de esos sentimientos que nos ayudan a evolucionar, aunque no sean positivos ni de nuestro agrado, obviamente, pero precisamente por ello nos sirven de empuje para avanzar. La cuestión está en aprender a dominar nuestra mente, que no es fácil, y enfocar positivamente esas emociones. 

Estas Navidades me vi con una amiga de la infancia, y con ella estuve comentando este tema. Cuando me diagnosticaron cáncer, como es normal, sentí miedo. Miedo de todo, miedo a la quimio: sus efectos, el dolor físico y emocional. Cuando llegó, se fue paliando cada efecto lo mejor posible, se fue aprendiendo a cada paso. Luego vino el miedo a la cirugía. Si bien los quirófanos inspiran respeto, nunca había tenido miedos tan fuertes... pero después me fui dando cuenta, con el paso de los meses, que enfocaba en el quirófano el miedo que me producía lo que venía después. Obviamente, no es un trago fácil, es muy duro... pero, de nuevo, se va avanzando poco a poco. La cuestión está en enfocar el miedo en lo positivo o, visto de otra forma, ayudarte a llevarlo lo mejor posible y superarlo de la mejor manera. Vivirlo como protagonista, no como víctima.

El miedo a la quimio (como podría ser otra cosa: la compra de una casa, declararte a alguien o una entrevista de trabajo) me puso en "alerta". Puedes quedarte pasmado o aterrorizado a esperar que llegue el temido momento, o aprovechar la adrenalina que produce y exprimirte el cerebro... yo decidí lo segundo. ¿Se me va a caer el cabello? Ok, voy a necesitar pañuelos a mano. ¿No me voy a sentir bien cuando salga de los goteros? Voy a necesitar ropa y calzado cómodos a disposición, además de tener lo necesario a mano para que quien me vaya ayudar encuentre las cosas con relativa facilidad... Parecen tonterías, pero no lo son. Y teniendo tantas cosas en las que pensar y preparar para esa situación, sin querer darte cuenta ya estás ahí y la estas superando positivamente. Estás creciendo con ella, no ahogándote en ella.

Como este ejemplo, puedes enfocarlo en cualquier otro aspecto de la vida: un despido, una pérdida, un cambio de vida... cualquier situación. Puedes afrontar el miedo y sacarle provecho, actuando de la manera que consideres más oportuna y/o beneficiosa. No quiere decir que no vayas a sufrir, quiere decir que te estarás ayudando a llevarlo lo mejor posible. Tampoco te digo que sea fácil, porque no lo es en absoluto, pero sí marca la diferencia entre vivir victimizándote o salir adelante superando cada piedra que se te presente en el camino. Puedes ser el despedido que está en el paro lloriqueando o el buscavidas que encuentra una nueva oportunidad; el/la "que se queda a vestir santos" o el/la "solter@ de oro"; El inmigrante nostálgico, cerrado y temeroso, o el que se adapta a la sociedad que le acoge, aprende a quererla y respetarla, encuentra trabajo, un hogar y esa vida mejor que venía buscando... Está en ti. Sólo en ti. 

Buenas noches y gracias por leerme. No olvides compartir el link, pues puede serle de ayuda a alguien cercano. 










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